sábado, 15 de marzo de 2008

PIEDRA DE SOL

Un sauce de cristal un chopo de agua
un alto surtidor que el viento arquea
un árbol bien plantado más danzante
un caminar de rio que se curva, avanza
retrocede, da un rodeo y llega siempre... 

A la salida de mi frente busco
busco sin encontrar, busco un instante
un rostro de relámpago y tormenta
corriendo entre los árboles nocturnos
rostro de lluvia en un jardín a oscuras
agua tenaz que fluye a mi costado.

Busco sin encontrar, escribo a solas
no hay nadie, cae el día, cae el año
caigo con el instante, caigo a fondo
invisible camino sobre espejos
que repiten mi imagen destrozada.
Piso días, instantes caminados
piso los pensamientos de mi sombra
piso mi sombra en busca de un instante.

. . . .

todo se transfigura y es sagrado,
es el centro del mundo cada cuarto,
es la primera noche, el primer día,
el mundo nace cuando dos se besan.
gota de luz de entrañas transparentes
el cuarto como un fruto se entreabre
o estalla como un astro taciturno
y las leyes comidas de ratones,
las rejas de los bancos y las cárceles,
las rejas de papel, las alambradas,
los timbres y las púas y los pinchos,
el sermón monocorde de las armas,
el escorpión meloso y con bonete,
el tigre con chistera, presidente
del Club Vegetariano y la Cruz Roja,
el burro pedagogo, el cocodrilo
metido a redentor, padre de pueblos,
el Jefe, el tiburón, el arquitecto
del porvenir, el cerdo uniformado,
el hijo predilecto de la Iglesia
que se lava la negra dentadura
con el agua bendita y toma clases
de inglés y democracia, las paredes
invisibles, las máscaras podridas
que dividen al hombre de los hombres,
al hombre de sí mismo,
se derrumban
por un instante inmenso y vislumbramos
nuestra unidad perdida, el desamparo
que es ser hombres, la gloria que es ser hombres
y compartir el pan, el sol, la muerte,
el olvidado asombro de estar vivos;

amar es combatir, si dos se besan
el mundo cambia, encarnan los deseos,
el pensamiento encarna, brotan alas
en las espaldas del esclavo, el mundo
es real y tangible, el vino es vino,
el pan vuelve a saber, el agua es agua,
amar es combatir, es abrir puertas,
dejar de ser fantasma con un número
a perpetua cadena condenado
por un amo sin rostro;
el mundo cambia
si dos se miran y se reconocen,
amar es desnudarse de los nombres;
. . . .
el mundo cambia
si dos, vertiginosos y enlazados,
caen sobre la yerba: el cielo baja,
los árboles ascienden, el espacio
sólo es luz y silencio, sólo espacio
abierto para el águila del ojo,
pasa la blanca tribu de las nubes,
rompe amarras el cuerpo, zarpa el alma, 
perdemos nuestros nombres y flotamos
a la deriva entre el azul y el verde,
tiempo total donde no pasa nada
sino su propio transcurrir dichoso. . . .

Octavio Paz
(Selección libérrima de algunos endecasílabos)


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