domingo, 30 de marzo de 2008

Robert y Sonia Delaunay

¿Has visto?

¿Has visto
verdaderamente has visto
la nieve, los astros, los pasos afelpados de la brisa?

¿Has tocado
de verdad has tocado
el plato, el pan, la cara de esa mujer que tanto amás?


¿Has vivido
como un golpe en la frente
el instante, el jadeo, la caída, la fuga?

¿Has sabido
con cada poro de la piel, sabido
que tus ojos, tus manos, tu sexo, tu blando corazón
había que tirarlos
había que llorarlos
había que inventarlos otra vez?


Julio Cortázar

lunes, 24 de marzo de 2008

RECORTES DE MATISSE





NO DECÍA PALABRAS

No decía palabras,
Acercaba tan sólo un cuerpo interrogante,
Porque ignoraba que el deseo es una pregunta
Cuya respuesta no existe,
Una hoja cuya rama no existe,
Un mundo cuyo cielo no existe.

La angustia se abre paso entre los huesos,
Remonta por las venas
Hasta abrirse en la piel,
Surtidores de sueño
Hechos carne en interrogación vuelta a las nubes.

Un roce al paso,
Una mirada fugaz fugaz entre las sombras,
Bastan para que el cuerpo se abra en dos,
Ávido de recibir en sí mismo
Otro cuerpo que sueñe;
Mitad y mitad, sueño y sueño, carne y carne;
Iguales en figura, iguales en amor, iguales en deseo.
Aunque sólo sea una esperanza,
Porque el deseo es pregunta cuya respuesta nadie
sabe.

Luis Cernuda

jueves, 20 de marzo de 2008

LOUISE BOURGEOIS




LOS HERALDOS NEGROS

Hay golpes en la vida, tan fuertes. . . Yo no sé!
Golpes como el odio de Dios; como si ante ellos,
la resaca de todo lo sufrido
se empozara en el alma . . . Yo no sé!

Son pocos; pero son . . . Abren zanjas oscuras
en el rostro más fiero y en el lomo más fuerte.
Serán tal vez los potros de bárbaros atilas;
o los heraldos negros que nos manda la Muerte.

Son las caídas hondas de los Cristos del alma,
de alguna fe adorable que el Destino blasfema.
Esos golpes sangrientos son las crepitaciones
de algún pan que en la puerta del horno se nos
quema.

Y el hombre . . . Pobre . . . pobre! Vuelve los ojos,
como
cuando por sobre el hombro nos llama una palmada;
vuelve los ojos locos, y todo lo vivido
se empoza, como charco de culpa, en la mirada.

Hay golpes en la vida, tan fuertes . . . Yo no sé


César Vallejo

domingo, 16 de marzo de 2008

KANDINSKY





La música

¡Con frecuencia la música me invade como un mar!
Hacia mi estrella pálida,
bajo un techo de bruma o en el éter inmenso
despliego las velas;

el pecho hacia adelante, los pulmones henchidos
como una tela,
escalo el lomo de la apretada onda
que me oculta la noche;

siento vibrar en mi todas las pasiones
de un navío que sufre;
la tempestad y sus convulsiones, la bonanza,
sobre el inmenso abismo
me acunan.

Otras veces ¡calma chicha,
gran espejo de mi desesperanza!

Charles Baudelaire

FRANCIS BACON





MUERTE SIN FIN

¡Tan-Tan! ¿Quién es? Es el diablo,
es una espesa fatiga,
un ansia de trasponer
estas lindes enemigas, este morir incesante,
tenaz, esta muerte viva,
¡oh Dios! que te está matando
en tus hechuras estrictas,
en las rosas y en las piedras,
en las estrellas ariscas
y en la carne que se gasta
como una hoguera encendida,
por el canto, por el sueño,
por el color de la vista.

¡Tan-Tan! ¿Quién es? Es el Diablo,
ay, una ciega alegría,
un hambre de consumir
el aire que se respira,
la boca, el ojo, la mano;
estas pungentes cosquillas
de disfrutarnos enteros
en solo un golpe de risa,
ay, esta muerte insultante
procaz, que nos asesina
a distancia, desde el gusto
que tomamos en morirla,
por una taza de té,
por una apenas caricia.

¡Tan Tan! ¿Quién es? Es el Diablo,
es una muerte de hormigas
incansables que pululan
¡oh Dios! sobre tus astillas;
que acaso te han muerto allá,
siglo de edades arriba,
sin advertirlo nosotros,
migajas, borra, cenizas
de ti, que sigues presente
como una estrella mentida
por su sola luz, por una
luz sin estrella, vacía,
que llega al mundo escondiendo
su catástrofe infinita.

BAILE

Desde mis ojos insomnes
mi muerte me está acechando,
me acecha, sí me enamora
con su ojo lánguido.
¡Anda, putilla del rubor helado,
anda, vámanos al diablo!

(fragmento)

José Gorostiza

sábado, 15 de marzo de 2008

GABRIEL OROZCO





SONETO AMOROSO

Tras arder siempre, nunca consumirme:
y tras siempre llorar, nunca acabarme;
tras tanto caminar, nunca cansarme;
y tras siempre vivir, jamás morirme;

después de tanto mal, no arrepentirme;
tras tanto engaño, no desengañarme;
después de tantas penas, no alegrarme;
y tras tanto dolor, nunca reirme;

en tantos laberintos, no perderme,
ni haber tras tanto olvido recordado,
¿qué fin alegre puede prometerme?..

Antes muerto estaré que escarmentado;
ya no pienso tratar de defenderme,
sino de ser de veras desdichado.

Francisco de Quevedo

Giorgio Morandi





PIEDRA DE SOL

Un sauce de cristal un chopo de agua
un alto surtidor que el viento arquea
un árbol bien plantado más danzante
un caminar de rio que se curva, avanza
retrocede, da un rodeo y llega siempre... 

A la salida de mi frente busco
busco sin encontrar, busco un instante
un rostro de relámpago y tormenta
corriendo entre los árboles nocturnos
rostro de lluvia en un jardín a oscuras
agua tenaz que fluye a mi costado.

Busco sin encontrar, escribo a solas
no hay nadie, cae el día, cae el año
caigo con el instante, caigo a fondo
invisible camino sobre espejos
que repiten mi imagen destrozada.
Piso días, instantes caminados
piso los pensamientos de mi sombra
piso mi sombra en busca de un instante.

. . . .

todo se transfigura y es sagrado,
es el centro del mundo cada cuarto,
es la primera noche, el primer día,
el mundo nace cuando dos se besan.
gota de luz de entrañas transparentes
el cuarto como un fruto se entreabre
o estalla como un astro taciturno
y las leyes comidas de ratones,
las rejas de los bancos y las cárceles,
las rejas de papel, las alambradas,
los timbres y las púas y los pinchos,
el sermón monocorde de las armas,
el escorpión meloso y con bonete,
el tigre con chistera, presidente
del Club Vegetariano y la Cruz Roja,
el burro pedagogo, el cocodrilo
metido a redentor, padre de pueblos,
el Jefe, el tiburón, el arquitecto
del porvenir, el cerdo uniformado,
el hijo predilecto de la Iglesia
que se lava la negra dentadura
con el agua bendita y toma clases
de inglés y democracia, las paredes
invisibles, las máscaras podridas
que dividen al hombre de los hombres,
al hombre de sí mismo,
se derrumban
por un instante inmenso y vislumbramos
nuestra unidad perdida, el desamparo
que es ser hombres, la gloria que es ser hombres
y compartir el pan, el sol, la muerte,
el olvidado asombro de estar vivos;

amar es combatir, si dos se besan
el mundo cambia, encarnan los deseos,
el pensamiento encarna, brotan alas
en las espaldas del esclavo, el mundo
es real y tangible, el vino es vino,
el pan vuelve a saber, el agua es agua,
amar es combatir, es abrir puertas,
dejar de ser fantasma con un número
a perpetua cadena condenado
por un amo sin rostro;
el mundo cambia
si dos se miran y se reconocen,
amar es desnudarse de los nombres;
. . . .
el mundo cambia
si dos, vertiginosos y enlazados,
caen sobre la yerba: el cielo baja,
los árboles ascienden, el espacio
sólo es luz y silencio, sólo espacio
abierto para el águila del ojo,
pasa la blanca tribu de las nubes,
rompe amarras el cuerpo, zarpa el alma, 
perdemos nuestros nombres y flotamos
a la deriva entre el azul y el verde,
tiempo total donde no pasa nada
sino su propio transcurrir dichoso. . . .

Octavio Paz
(Selección libérrima de algunos endecasílabos)


miércoles, 5 de marzo de 2008

La vida de los seres

(Fragmento)

Alejandro Avilés

La vida de los seres,
sus estaciones y su edad se miden
por la velocidad con que caminan.
Esto enseñan los físicos, y añaden
que se construye el tiempo
en órbitas de luz, en años puros
trazados en el cielo.


Pero yo digo que la luz no sabe
la sombra que proyecta sobre el mundo,
y que la vida en el dolor se ahonda
y crece como el sueño que la lleva
a condenarse en siglos de amargura.


Yo digo que la vida es un planeta extraño
de no se sabe cuál sistema herido
de muerte en el instante de nacer.
Y que al trazar sus órbitas
enciende soles y galaxias ávidas
que no saben de sí y enloquecidas
giran en torno de si amor sin años,
sin años y sin días:
sólo una noche larga y sin medida.


Esto digo y el cielo se detiene
sobre la tierra y prende su sonrisa
cuajada de perdón y de silencio.