¡Con frecuencia la música me invade como un mar!
Hacia mi estrella pálida,
bajo un techo de bruma o en el éter inmenso
despliego las velas;
el pecho hacia adelante, los pulmones henchidos
como una tela,
escalo el lomo de la apretada onda
que me oculta la noche;
siento vibrar en mi todas las pasiones
de un navío que sufre;
la tempestad y sus convulsiones, la bonanza,
sobre el inmenso abismo
me acunan.
Otras veces ¡calma chicha,
gran espejo de mi desesperanza!
Charles Baudelaire
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